El maíz, junto con otras plantas cultivadas, ha sido el sustento capital de varias civilizaciones de Mesoamérica y de sus precursores y gradualmente se ha convertido en el cereal de mayor importancia para la humanidad. Actualmente el maíz continúa aportando infinidad de productos para la alimentación humana, animal y materias primas para la industria (Ortega, 2013).
En 1943 la Fundación Rockefeller organizó el Programa Agrícola, representado por la Oficina de Estudios Especiales de la Secretaría de Agricultura y Ganadería, la cual realizó una recolección sistemática de maíces criollos por toda el país. De tal proyecto resultó la primera clasificación y ubicación moderna del maíz palomero toluqueño como variedad indígena. A pesar de su antigüedad se decía que casi había desaparecido en su forma pura, pero aún se le encuentra en algunos lugares de la Meseta Central. Está presente en el valle de Toluca, pero aun ahí ha sido casi totalmente reemplazado por el maíz cónico más productivo que se derivó de él.
Por testimonios tempranos del siglo XVI, se pudo identificar que el maíz palomero toluqueño y sus labrazas fueron utilizados como base para preparar varios alimentos por los grupos de la antigua Mesoamérica: mexicas, matlatzincas, otomíes, tlahuicas, mazahuas. Las formas de uso del maíz palomero tienen una amplia gama en el mundo antiguo; cuando el arqueólogo Manuel Gamio excavó las pirámides en Teotihuacan (1917-1922), descubrió mazorcas cuyos granos estaban estallados, todavía unidos al ‘olote’. Dicha práctica todavía se realiza por algunos campesinos de las tierras altas toluqueñas.
La forma preferida para su consumo por parte de los matlatzincas toluqueños era como “maíz tostado que se llama momochtli que es como una flor muy blanca cada grano”. Fue precisamente por la característica de reventar y hacerse ‘flores blancas’ o ‘palomitas’, que este maíz adquirió características culturales adicionales, no sólo de consumo, sino que le confirió un papel importante en el culto a distintas deidades prehispánicas, dichas imágenes probablemente de madera o roca eran adornados en la antigüedad con collares y diademas hechas de maíz palomero.
Recientemente se atavían los santos patronos en sus días festivos, principalmente en Jocotitlán, Atlacomulco (con el Señor del Huerto) y Jiquipilco, aunque también se hacen los collares y diademas con palomitas de maíz comercial palomero, lo que ha desplazado en parte la siembra del palomero toluqueño que antes se cultivaba con fines religiosos (Romero, 2006). Es sabido que el 99 por ciento del maíz palomero que se consume en México es importado de Estados Unidos.
Para determinar la presencia, diversidad y distribución geográfica actual de los maíces nativos y sus parientes silvestres en México, se llevó a cabo un muestreo de cobertura nacional durante los años 2007 a 2010 coordinado por el Inifap y financiado por la Conabio. En los resultados se tiene que 32 razas no alcanzaron valores del 1 % en las colectas y nueve razas no se colectaron. Entre las razas de baja frecuencia (menos de 100 muestras) está el palomero toluqueño.
La pérdida de la raza palomero toluqueño se debe a diversos factores económicos y políticos como el TLCAN, con el que ha aumentado la importación de maíces híbridos procedentes de Estados Unidos; la baja productividad de maíz debido al bajo nivel de innovaciones tecnológicas; a la perdida de suelo y su fertilidad, debido al manejo precario y a la falta de conocimientos sobre manejo adecuado y prácticas de fertilidad; a los bajos rendimientos en maíz causado por los cambios climáticos que están sucedido a nivel regional, que se manifiestan con sequías más prolongadas, pérdida de los patrones de lluvia regionales y disminución de la estación de crecimiento. Todos estos factores han comprometido en gran medida y en aumento gradual la seguridad alimentaria de las regiones de estudio.
Las comunidades indígenas y campesinas conservan a contracorriente sus recursos naturales; más allá de la eficiencia y la productividad seleccionan y mejoran sus cultivos. Tal es el caso del maíz palomero, originario de la cuenca del Lerma, que está en peligro de extinción. Con esta iniciativa se pretende diseñar un plan de manejo para que los campesinos puedan incrementar su productividad, pero de manera esencial para que se conserve este recurso genético en las unidades de producción tradicionales.
El proyecto contempla la instalación de una unidad de conservación y mejora en el campo agrícola de la Universidad Autónoma Chapingo; en una primera etapa se establecieron 70 poblaciones que serán caracterizadas y se pretende lograr un incremento. Actualmente el proyecto se encuentra en la fase de las pruebas de reventado, a partir de las cuales se podrán proponer variedades mejoradas a las comunidades.
Bibliografía
Ortega Corona, Alejandro (ed.). Diversidad y distribución del maíz nativo y sus parientes silvestres en México. 2013. Inifap. México, D.F. 263p.
Romero Contreras, Tonatiuh; González Díaz, Luis; Reyes Reyes, Gabriel. “Geografía e historia cultural del maíz palomero toluqueño (Zea mays everta)”. En Ciencia ergo-sum, Revista científica multidisciplinaria de prospectiva, 2006, 13 (marzo-junio).